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Siete inventores (no tan populares) que revolucionaron el mundo

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Alguna vez, Steve Jobs dijo que “la única manera de lograr que las cosas se hagan es que no te importe quién tome el crédito por hacerlas”. Bueno, en realidad esto lo dijo Benjamin Jowett, un educador que vivió en el siglo 19, pero seguramente no le importará el error.

En la actualidad, nuestra vida diaria está plagada de desarrollos tecnológicos, científicos e industriales que nos brindan confort y facilitan las actividades que realizamos, sin embargo, y por diversas circunstancias, muchas de las personas que prácticamente nos dieron el mundo en el que ahora vivimos, no alcanzaron el reconocimiento que merecían.

Te presentamos algunos de los personajes cuyos logros se han perdido en los anales de la historia:

James Hargreaves – La Hiladora Jenny:

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Si la mecanización de los procesos de producción se la debemos a la revolución industrial, la revolución industrial se debe en gran parte a la invención de la tejedora Jenny, desarrollada por el inglés, James Hargreaves.

La tejedora fue la primera innovación técnica importante de la industria a mediados del siglo 18 y permitió reducir drásticamente el trabajo requerido para producir hilo, lo que desembocó en la aparición de las primeras fábricas, cuya producción mecanizada se fue replicando en otros sectores económicos para consolidar la revolución industrial.

En las más de las veces se considera que la revolución industrial comenzó con la invención de la máquina de vapor en 1769, pero en realidad tuvo sus orígenes en 1764, cuando Hargreaves desarrolló la tejedora que nombró en honor a su hija.

Nikola Tesla – La corriente alterna (y un montón de cosas más):

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Es más sencillo nombrar las cosas que no inventó Tesla que las que inventó. Entre sus creaciones figuran los primeros precursores de la radio, el microscopio, el control remoto, los radares y los rayos X, por mencionar algunos.

El inventor serbio nacionalizado estadounidense también desarrolló el método de transporte de corriente alterna, que es la manera en que fluye la energía en casi todas las aplicaciones que utilizamos hoy en día, sin embargo, cuando Tesla desarrollaba este método, se topó con Thomas Alva Edison, quien había sido su colaborador y en esos momentos hacía promoción de la corriente continua. Sobra decir que a Edison no le pareció la competencia. Ambos se enfrascaron en una batalla de relaciones públicas llamada “La Guerra de las Corrientes”, hasta que Tesla pudo demostrar que su método funcionaba mejor y el uso de la corriente alterna se generalizó a finales del siglo 19.

A pesar de haber desarrollado inventos que beneficiaron a la humanidad, la enemistad de Tesla con Edison, quien estaba respaldado por compañías poderosas, ocasionó que, después de la muerte de Tesla, se ignoraran sus aportaciones y se exaltaran los nombres de otros inventores, quienes se habían apoyado en el trabajo y las patentes del mismo Tesla para desarrollar sus creaciones.

En épocas recientes se le ha brindado mayor reconocimiento, sin embargo, es una pena que haya tenido que pasar tanto tiempo debido a las rencillas e intereses comerciales de la época.

Ransom Eli Olds – La producción en cadena:

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Henry Ford es históricamente reconocido como el padre de la producción en masa a través de la línea de ensamble, sin embargo, poco más de 10 años antes de que el querido fundador de Ford reventara la industria automotriz, Ransom E. Olds se apoyó en el Taylorismo para crear el concepto básico de la línea de ensamble moderna y construir el Oldsmobile Curved Dash, el primer auto producido en masa de la historia.

Claro, Ford merece todo el crédito que tiene, pues perfeccionó la línea de ensamble al introducir cintas transportadoras que permitían producir un Modelo “T” en 93 minutos, pero aun así, el viejo Oldsmobile merece su lugar en la historia como el primer resultado de la fabricación en serie.

Nicolas-Joseph Cugnot – El automóvil

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Hablando de autos, antes de que Olds y Ford nos enseñaran a producirlos en cantidades monumentales, 130 años antes, para ser un poco más exactos, el inventor francés logró construir el primer vehículo autopropulsado funcional que cargaba 4 toneladas y recorría casi 8 kilómetros en una hora.

Con tres ruedas y corriendo a vapor, el fardier de Cugnot no será muy estético ni popular, pero su impacto en los albores de la revolución industrial y el transporte es inconmensurable.

Antonio Meucci – El teléfono

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Desarrollando su invención durante más de 20 años, el italoamericano Antonio Meucci presentó un “teletrófono” perfectamente funcional alrededor de 1871, aparato que construyó para conectar su oficina con su dormitorio ubicado en el segundo piso, debido al reumatismo de su esposa.

El gran problema de Meucci fueron los 250 dólares que necesitaba para patentar su invento. Al no disponer de ellos, intentó presentarlo a inversionistas privados, quienes además de no comprar su idea, se quedaron con sus materiales, lo que permitió que la invención se volviera popular y fuera Alexander Graham Bell el primero en patentarla en 1876.

En el 2002, más de 100 años después de la muerte de Meucci, el Congreso de los Estados Unidos aprobó una resolución que reconocía a Meucci como el inventor oficial del teléfono y no a Graham Bell.

Alan Turing – La computadora

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Alan Turing se suicidó en 1954 tras ser castrado químicamente, luego de que el gobierno británico lo persiguiera por ser homosexual.

Tan solo 10 años antes había jugado un papel fundamental durante la Segunda Guerra Mundial, diseñando una máquina que permitió desencriptar las comunicaciones alemanas, hecho que eventualmente conduciría a la derrota del ejército Nazi.

La llamada “máquina Turing” abrió un campo de estudio que desembocó en el desarrolló de los sistemas que ahora llamamos computadoras, por lo que cada vez que las utilizamos, en realidad estamos trabajando en una encarnación de la invención de Turing.

Fue hasta el 2009, cuando el gobierno británico ofreció una disculpa pública por la terrible forma en la que fue tratado y cabe mencionar que en los últimos años se ha tratado de rescatar e incluso popularizar su aportación a la conclusión de la guerra y el desarrollo tecnológico, destacando la película del 2014 “El Código Enigma”, protagonizada por Benedict Cumberbatch y ganadora de un premio Oscar.

Tim Berners-Lee – La World Wide Web

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Siguiendo por los rumbos de la informática, aunque el internet fue creado durante los setentas, durante más de dos décadas la red de comunicación fue utilizada exclusivamente para proyectos gubernamentales, particularmente asociados al área de defensa.

Fue hasta 1990 cuando el británico Tim Berners-Lee, en un esfuerzo por facilitar la divulgación de información entre investigadores, nos permitió utilizar las computadoras para crear, visualizar y compartir páginas de internet con textos, imágenes o videos, y para publicar listas sobre inventores no tan conocidos.

Berners-Lee gozó durante un momento de los reflectores durante la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, donde los organizadores le hicieron un breve tributo, pidiéndole que apareciera trabajando en una computadora frente a más de 70 mil espectadores, quienes hicieron referencia a su invaluable creación, formando un letrero humano que cubría todas las gradas del estadio y que leía “Esto es para todos”.

Claro, es difícil tener más exposición que la que se gana en una ceremonia de juegos olímpicos, pero lo cierto es que los nombres Tim Berners-Lee, así como el del resto de los inventores que hemos mencionado, y ciertamente de muchos más que se nos escapan, deberían de ser igual de conocidos y valorados que el de Thomas Edison, Graham Bell o Henry Ford. Honor a quien honor merece.

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